26 December 2008

A clean well lighted taxi



Me subo a un taxi en Barracas para volver a casa. El taxista tiene cara de buen tipo, tristón, y callado. Pero pasan unos minutos y me cuenta que esta teniendo una mala semana. Llamó a un viejo amigo para saludarlo –hace tiempo que no habían hablado- y resulta que el amigo le invita a la ceremonia religiosa del casamiento de su hijo, pero no a la fiesta. El taxista allí, inmediatamente, decide que su amigo murió para el. Después cuenta como estaba mal, deprimido después de una separación. No trabajaba, no hacia nada. No pagaba la luz o el gas. Tenia una perra querida. El taxista sale una noche a comprar velas. Le dice a su perra que ya viene pero la perra, ofendida, le caga todo el comedor. Volviendo a su departamento en la oscuridad el taxista se resbala sobre la mierda del perro. Allí se decide suicidarse. Toma un cuchillo de la cocina para clavársela en el pecho. Antes de cometer el acto irreversible hace una oración. Pero justo cuando esta a punto de matarse la perra salta y le muerde la mano que sostiene el cuchillo. El taxista le pide perdón a su perra. Después se asombra que su amigo, que es un ser humano, sea tan cabrón e insensible cuando una mera perra pueda demostrar tanto afecto y sensibilidad. Escúchenlo.

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